viernes, 21 de mayo de 2010

ES CUESTION DE PERTENENCIA

ES CUESTIÓN DE PERTENENCIA


Durante un tiempo se ha venido implementando campañas para la recuperación de la cultura ciudadana, en especial, en aquellas ciudades en donde este valor se ha ido deteriorando, por ejemplo, Cali, en donde sus ciudadanos caleños han perdido el sentido de pertenencia por la ciudad; Para que estas campañas tengan un buen resultado y sean bien acogidas por los ciudadanos, se tienen que explorar y analizar la raíz del problema para darle una buena solución y que sus resultados sean óptimos. La cultura ciudadana caleña está siendo amenazada por la falta de pertenencia del hombre por su ciudad, al hombre no le interesa el lugar donde vive, donde se desarrolla y por lo tanto no aporta los elementos para que la ciudad crezca y tenga una imagen óptima sobre otras ciudades de Colombia, es decir, los caleños no están contribuyendo lo necesario para la construcción de un modelo de ciudad ideal.

Ha medida que el mundo se ha modernizado, el comportamiento del hombre también ha cambiado y con ello sus acciones sobre la ciudad, es decir, el hombre, en su diario vivir se ha vuelto mucho más individualista y no piensa en el bienestar general de la sociedad. Un ciudadano común no se preocupa por aquello que le convendría a la ciudad, solamente está preocupado por construir su proyecto de vida, por enriquecer sus propiedades y tener una vida deseada, por ejemplo, la construcción de un edificio en un lugar donde habita gente de bajos recursos, el proyecto puede que sea bueno, pero el dueño no piensa en el mal que le va hacer a las demás personas, ¿en donde se irán a vivir ahora? ¿En dónde está el respeto por los demás? ¿Donde quedo el objetivo de tener un bienestar general? Hay que tener en cuenta que no se está construyendo, ni se está planeando un bienestar caleño, no se está teniendo en cuenta la ciudad como otro ser viviente que hay que involucrarlo en nuestra vida, no estamos preocupados por lo que pueda pasarle al vecino o aquel vendedor que se encuentra ocupando el lugar donde voy a construir mi casa soñada; nos hemos convertido en seres egoístas y poco solidarios con los demás y con la misma ciudad, como cuando Fernando Vidal se refería a la ciudad en el capítulo de memorias para pensar la ciudad: “… podemos estar en ella sin entrar, pasar por ella sin darnos cuenta de sus contextos, quedar prisioneros en ella y sufrirla; llegar por primera vez cada día para asombrarnos o si simplemente ya no acordamos ni de la primera vez que la vimos”. Esta en las manos de cada ciudadano caleño decidir qué es lo que se quiere de la ciudad, que es lo que se espera de ella, que acciones hay que hacer para pensar en lo que le convendría a Cali y no a uno mismo y lo más importante, que se está haciendo para que eso se cumpla.

Es verdad, el hombre en el siglo XXI está lleno de preocupaciones tanto personales como familiares, de trabajo y demás, es cierto que cuando se tiene un tiempo de ocio solo se quiere cerrar los ojos y no pensar, no hablar, no hacer, pero ¿Cuáles son las consecuencias de que el hombre ya no sueñe, ya no fantasee con Cali?, es bastante sencillo responder a esa pregunta, primero, hay que saber que es una fantasía, una fantasía es aquella ilusión que tiene el hombre sobre una cosa, es aquel sueño por alcanzar algo, fantasear la ciudad es detenerse y soñar que se quiere de ella, que ilusiones y metas se tienen en ella, esas fantasías son las que van formando una imagen de la ciudad, un emblema que caracteriza cuando lo hacemos realidad, si no fantaseamos con la ciudad, esta se va deteriorando, su imagen se va esfumando en los medios o si aparece en ellos es para representar una imagen negativa. Cali, ¿Qué fantasías se tiene sobre ella? ¿Cuál es la imagen que se está proyectando en los medios? ¿De qué Cali es solo rumba, narcotráfico y demás? Las fantasías de los caleños han cambiado, no era como cuando todos los ciudadanos caleños tenían una misma fantasía que representaba algo muy importante en Cali, la ciudad ejemplar, la ciudad soñada, el ejemplo a seguir; entonces ¿qué paso con aquel emblema que dejamos perder?, las fantasías sobre una ciudad bonita se han ido, esos sueños hermosos que tenían sobre la ciudad ya no existen y por eso, la cultura ciudadana caleña se ha deteriorado, por eso la imagen de Cali ya no es la misma, porque no existe un sueño común. Los anhelos de los caleños son los que se van formando a diario, en su caminar por la ciudad, estas fantasías pueden ser utilizadas para volver a reconstruir aquellas cosas bellas que tanto se anhela cuando se piensa en Cali, volver a tener una ilusión de que Cali es Cultura ciudadana y a medida de que esta fantasía vaya siendo cada vez de mas personas, se podrá hacer realidad, se podrá volver a tener aquello que se ha disuelto.

Basándose en la idea anterior, la ciudad existe solo si pensamos en ella, esto hace que haya una relación entre el hombre y la ciudad, por eso, la relación entre el ciudadano y Cali ya no existe, no existe porque no hay intervención en ella, por que los caleños no la sienten, no la viven y es triste ver como Cali, después de ser una ciudad tan bella se esté consumiendo en el olvido, se esté borrando de la mente de los caleños. No existe esa relación por que los caleños no recorren la ciudad, porque no la piensan, no se encuentran en un lugar público admirando jamás lo bella que es la ciudad, porque no existe ese contraste entre lo que fue y lo que es, es decir un caleño no piensa en el pasado de su ciudad y no analiza en cómo hacer para recuperar ese buen nombre, esa bella imagen que tenía hasta hace poco. Puede existir un momento en el que se puede utilizar aquellos valores que nacieron años atrás en Cali, como hacer fila para subir a un bus o cuando las calles estaban aseadas y se respetaba el peatón, sin necesidad de añorar todo eso que se fue, se puede renovar la ciudad, se puede construir un lugar más habitable, más respetable y digno de estar, teniendo en cuenta las condiciones actuales, como la tecnología, la expansión de la ciudad y de los habitantes. No se necesita lamentar aquel pasado, ni tratar de volver a él, lo que se necesita es recopilar todo lo bueno que dejo ese momento de civismo caleño y “modernizar la ciudad”, estimular a los ciudadanos a pertenecer a ella y a recorrerla, examinarla y reformarla.

Desde hace algunos años las ciudades no tienen el mismo sentido, es decir, han ido expandiendo su territorio hacia lugares no urbanos, por tanto, cabe decir que la relación entre la ciudad y lo urbano tiende hacerse un poco confusa y hasta a veces se contradice, como lo explica Armando Silva: “…es como si lo urbano se hubiese excedido de la ciudad y entonces, saliera de la ciudad y no se necesitara vivir en una ciudad para ser urbano”, estas confusiones pueden darse gracias a que lo urbano y lo campo tienden a ser lo mismo, cuando este último se encuentra cerca de lo que es la ciudad. Por ejemplo, aquellas ciudades, como Cali, en donde a las afueras de su perímetro “urbano” se encuentran otras urbanizaciones campestres llenas de familias, en donde muchas de ellas tienen hasta animales que se ven en el campo, como las vacas y los cerdos; estas familias tienen sus vidas domesticas fuera del casco urbano, pero vienen a la ciudad o al “casco urbano” a trabajar, hacer sus compras y tener su vida social. Como el ciudadano caleño no se ha adaptado ni es consiente todavía de esos cambios, se confunde por que no sabe que es lo que es verdaderamente la ciudad, cuales son realmente sus perímetros y hasta donde existe un límite de expansión; como no sabe o no entiende estos cambios de desurbanizacion o modernización de las ciudades el caleño sigue perdiendo su sentido de pertenencia por el lugar en donde vive, sigue sin saber cómo intervenir y como sentir a Cali, está en ella pero no la siente, no la vive, se encuentra entre la pregunta si es necesario entrar a esa gran fiesta de lo moderno de la ciudad y pertenecer a ella o si simplemente es mejor dejar las cosas como son y hacer caso omiso a lo que tiene frente a sus ojos, pero este pensamiento no es el mejor, porque eso hace que la ciudad se deteriore mas, pierda mas su sentido hasta llegar a convertirse en la pesadilla de todos los ciudadanos que viven en ella.

Para concluir, hay que reconocer que a los ciudadanos caleños les hace falta sentido de pertenencia por su ciudad, por Cali, no se puede dejar que la relación que existe entre el hombre y su ciudad se acabe, no importa cuán grande pueda llegar a convertirse la ciudad o cuantos extranjeros lleguen, ser caleño no es aquel que nace y muere en Cali, el caleño es aquel que siente la ciudad, que interviene en ella para que mejore, es que el toma la iniciativa para contribuir al desarrollo de la ciudad, al buen nombre y a la excelente cultura ciudadana que se puede tener. No es posible que después de ser la ciudad ejemplar para muchas ciudades de Colombia, pase a ser ahora una de las que menos cultura ciudadana tiene, no se puede dejar que personas irrespetuosas y de mal gusto boten la basura en las calles, no respeten a las personas mayores o sean las que hacen mayor ruido en los carros cuando van conduciendo, puedo seguir dando muchos más ejemplos del mal comportamiento ciudadano caleño, pero no es así como se mejora una ciudad, no soy quien la que tiene que juzgar y cuestionar el comportamiento de cada uno, yo solamente puedo decir que hay que tomar conciencia de las acciones que se están realizando en Cali, de cuales son la consecuencias que cada una de ellas ha tenido sobre la ciudad, hay que pensar que se quiere de Cali, de cuáles son los proyectos que tenemos en ella, dejemos que la imaginación fantasee con aquellos sueños de una ciudad hermosa, retomemos las antiguas sonrisas, el amable saludo, las sanas costumbres, el respeto mutuo, la solidaridad y muchas otras cualidades que fueron las que nos hicieron en “aquellos” tiempos modelos de ciudad y ciudadanía, contagiemos a cada uno con ese sueño, volvámoslo uno solo, tomemos la decisión de pertenecer o no a la construcción de un modelo de ciudad ideal.

Ingrid Ghysell Yepes Hernández.